martes, 27 de abril de 2010

Carta póstuma

A mi amada secreta:

Esperé mi muerte durante mucho tiempo, sólo para confesarte el amor que llevo por dentro, que tiene tu nombre. Ahora que la veo acechándome en cada esquina, y que en cada lugar busca sorprenderme, aprovecho para confesar todo lo que siento.

Todo comenzó el día que nos conocimos. Te obtuve y te perdí en el mismo tiempo. Mientras que en mi corazón se grababa a fuego tu nombre, en mi mente supe que jamás serías mía. Demasiado bella, demasiado grandiosa para mí.

Tardé un rato en acercarme, porque quería mantener viva las ideas que me había hecho de ti, imaginarte a mi manera mientras fuese posible. Llegué hasta ti, sin si quiera esperar que me dedicases una mirada. No sólo me dedicaste una mirada, a lo largo de nuestra amistad fueron muchas miradas llenas de complicidad, de secretos... Pero jamás de deseo. Siempre esperé que algún indicio, pero nunca llegó.

Te convertiste en mi mejor amiga, y te amé como pude, tratando de mantener a raya las ganas irrefrenables de besarte, y llevarte cargada en mis brazos por el camino de la felicidad; pero siempre me quedé queriendo más. Hoy admito que fui un idiota, tuve que haber tenido el valor de arriesgarme, de confesártelo todo... Soy un cobarde, nunca me atreví y por eso no te merezco.

Eventualmente llegó el hombre que te hizo feliz, que sembró hijos en tu vientre, que se convirtió en tu amante a tiempo completo. Yo simplemente me reduje a vigilar que no te hiciese daño...

Me odio a mí mismo, pero ya es tarde para los arrepentiemientos. Sólo espero que sepas perdonar mi silencio...

Heme aquí, en mi lecho de muerte, pensando en ti, recordándolo todo, porque los únicos momentos de esta maldita vida que valieron la pena fueron los que pasé a tu lado.

Te amo y amaré por siempre.

T

domingo, 11 de abril de 2010

Domingo

Creo que en caso de existir un día que huela a tranquilidad en el medio del caos de nuestras vidas, definitivamente tendrían que ser los domingos. Pero ese aroma es muy subjetivo, porque cada quien tiene sus pequeños rituales para este día.

Algunos se levantan igual de temprano que el resto de la semana, preparan el desayuno, y emprenden la misma rutina, pero con otro ánimo; otros, se preparan para la nueva semana que comienza; algunos, hacen ejercicios, o se dedican un poco a sí mismos, a hacer esas cosas que el restringido tiempo de la semana no les alcanza para hacer; hay quienes no se mueven de la cama, porque deciden descansar todo lo que no pudieron otros días, a pesar que están conscientes que el sueño perdido jamás se recupera; compartir con la familia; estar a solas; reflexionar; meditar; querer estirar este último día de descanso; tomar distancia de la cotiadianeidad para observarla desde lejos; es el día en el que está bien no querer hacer nada, pero al mismo tiempo está bien querer hacer de todo...

Es un día que no admite opiniones mixtas, o lo amas o lo odias. Es ambiguo, pero conciso.

Así que, para todos los que lean este post, ¡Feliz Domingo!

P.S: Si lo leen otro día, les deseo un feliz domingo igual, por adelantado o atrasado, como quieran verlo