lunes, 5 de julio de 2010

Duelo a muerte

-Vine a buscarte-le susurró la muerte en el oído.

-Yo aún no estoy listo para irme-le dijo él, mirándola a los ojos con determinación.

Había sentido ese gélido murmullo en su oído varias veces... Tantas, que ya no le temía. Sabía que le encantaba jugar al "gato y el ratón", así que jamás la tomaba en serio.

-Esta vez no te miento-insistió ella.

-Eso mismo dijiste la última vez-le replicó él.

Ella, al verse desenmascarada, revoloteó a su alrededor, sólo con la intención de hacerlo sentir mal.

-No lo estás logrando-le dijo él. Ya conocía ese truco, lo había visto otras veces, las suficientes como para permitir que le afectase.

-Sabes que eventualmente ganaré, ¿Cierto?

-Como siempre, pero mientras yo pueda darte batalla, no te la pondré tan fácil.

-¿Por qué no te rindes de una buena vez?

-Porque quiero vivir. No dejaré que ganes así de fácil.

-Sería más fácil.

-Nunca me ha gustado lo fácil.

-Entonces tengo un reto. Eso me emociona.

Sonrió. Bueno, si se podía llamar sonrisa a la mueca espantosa que tenía en la cara.

-Amor, ¿Estás despierto?

Una voz femenina sonó a la distancia. Una figura se delineaba a contraluz en la entrada del cuarto.

La muerte se desvaneció sin dejar rastro. Èl abrió los ojos, y vio a su esposa, con la bandeja del desayuno en las manos.

-Hola mi vida.

Se acurrucó junto a él. Sentía que cada instante que pasaba a su lado, se aproximaba el momento en que no lo tendría más.

"Por estos momentos, es que no se lo pondré fácil", pensó él, dispuesto de darlo todo hasta el último aliento.

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