domingo, 11 de julio de 2010

Sexo: Un arma de doble filo (II)

"El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero de todas las experiencias vacías que existen, hay que reconocer que es una de las mejores", Woody Allen

Lo que pensé que sería una reflexión única, ahora tiene una segunda parte. Así que aquí les traigo una segunda reflexión de "Sexo: Un arma de doble filo":

Todos tenemos algún vacío en nuestras vidas, un punto muerto, un espacio que no logramos llenar... Defínanlo cómo quieran, pero ahí está, ese hueco negro que amenaza con llevarse al demonio nuestra tranquilidad, que jamás es absoluta, sino relativa.

Intentamos ponerle muchos tipos de relleno: amigos, novi@s, dinero, cosas, viajes, vicios, placeres... Y eventualmente llega el punto dónde queremos llenarlo con sexo, el cuerpo de otra persona con el nuestro. Orgasmos, noches de locuras y excesos... Cualquier cosa nos parece suficiente para hacerlo.

Nos volvemos superficiales. Comenzamos a ver a nuestros semejantes como fuentes de placer, delirios y locuras y no como personas. Dejamos de buscar corazones, para pasar a buscar cuerpos. No vemos más allá, sino lo que nos presentan. Pretendemos construir una relación duradera en base a sensaciones temporales, y en el camino, nos vamos volviendo más vacíos, más huecos, y no nos damos cuenta.

De repente, nos encontramos en un momento dónde estamos acostados al lado de una persona completamente desconocida, porque jamás nos tomamos el tiempo para conocerla, sino que simplemente "fuimos al grano": te ví, me viste, nos leímos las mismas intenciones, lo hicimos, y nos despedimos. Pasamos así de un cuerpo al otro sin notar mayores diferencias, porque si bien todos los cuerpos son completamente distintos, la mecánica sigue siendo la misma. Le quitamos lo interesante: ver lo de adentro, que al final del día es lo que realmente importa.

Nos damos cuenta de nuestro error, y queremos tratar de volver el tiempo atrás, pero no podemos, él es cruel y déspota y jamás espera a nadie (Por eso detesto tanto la frase de "darle tiempo al tiempo", ése "pana" no espera).

Y ahí estamos, en medio de ese círculo vicioso, sin ver ninguna salida. Para salir de ahí, se requiere mucho coraje y voluntad, porque cambiarnos a nosotros mismos es más difícil que cambiar el mundo entero.

Por eso es que me encantó lo que alguna vez le escuché a una abuela: "Cásate con alguien con quien puedas conversar, no con quien tengas un sexo maravilloso. Eso ayuda, no te diré lo contrario, pero cuando llegas a mi edad, te das cuenta que esto se esfuma, y lo que queda es la esencia de la persona"... Fue algo que me marcó.

Así que nuestros vacíos no se llenan con el cuerpo de otros, se rellenan con nuestra propia evolución. Sexo, un arma de doble filo: te construye o te destruye.

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