miércoles, 1 de septiembre de 2010

Salud

Para J

¡PLOP! Así sonó la botella de vino cuando J la descorchó. El líquido salió de su envase, después de estar un tiempo prisionero en él. Las verdes paredes se le antojaban aburridas, ya las había lamido hasta el cansancio; pero no así las paredes cristalinas de la copa. Sus curvas seductoras despertaban la sensualidad que llevaba el vino en sí, dormida desde siempre.




Dio una exhalación, con la cual llenó el ambiente con su aroma. Notó que alguien aspiraba su perfume, y se sintió halagado. De pronto, notó que este nuevo envase también se inclinaba, pero esta vez iba a parar en unos labios húmedos, calientes y llenos de vida. Luego correteó por toda la boca, y finalmente acarició la garganta, dejando detrás sí esa estela tan bien conocida.

-Te extrañé- le dije a J, mientras que lo abrazaba. Me hacía falta estar junto a él, compartiendo ideas, vivencias... O simplemente quedarnos callados, ese silencio tan nuestro, tan conversador, tan lleno de todo dentro de su gran vacío.

Él sonrió. Alzó la copa en el aire, y la ofreció a mi salud. Le respondí con una sonrisa. Los grillos cantaban al fondo, pero sus notas eran opacadas por la música que sonaba un poco más cerca. Corría la brisa, y pensé que había olvidado mi suéter en casa, pero bastó un solo movimiento para que J entendiese que tenía frío. Sin decir nada, se levantó, y me trajo un abrigo. Esos pequeños detalles eran los que le habían merecido todo el amor que le tenía. Como el día que se mojó en medio de una lluvia impetuosa, sólo para buscar su paraguas en el carro y llevarme al mío protegida. Esas cosas que parecen que ya las personas no piensan y que ya no esperas de ellas, y que cuando alguien las hace, se convierte en alguien especial.

-Yo también te extrañé- me respondió finalmente -Tengo mucho qué contarte.

Ambos sonreímos. Sabíamos que durante esas cortas separaciones, sentíamos que nos cambiaba la vida, y el otro no sabía. Finalmente, volvía a sentir que todo estaba bien en el mundo. Tenía mi copa en la mano y uno de mis amigos infalibles al lado. Había vuelto a casa.

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