jueves, 30 de septiembre de 2010

Carta de un amante

Querido (Siempre te he llamado así, y nunca he sabido el porqué):

No existe una forma en la que te pueda decir adiós sin llorar. Alguna vez pensé en lo manchada de mentiras que está esta relación, y por ello sospeché que despedirme sería más fácil, pero no es así. En estas líneas, siento que se me va la vida, porque eso fue lo que le diste a mi existencia en todos estos meses. Los días más felices han sido a tu lado, a pesar de los sustos, de tener que andar escondidos, de no poder demostrar nuestro amor públicamente... 

Alguna vez me dijiste que me amabas, y en ese momento pensé que me mentías, pero ahora es que me doy cuenta de toda la verdad que escondían tus palabras. Hacer el amor contigo era alcanzar la gloria infinita que se hallaba dormida en mi cuerpo.

Decidí despedirme por escrito porque si veo mi reflejo en tus pupilas, jamás podré apartarme de ti. Nunca sospeché que serías tú el amor de mi vida, tú que eres 15 años menor, que fuiste mi alumno, que comenzaste todo como un juego, que podrías ser uno de mis hijos... 

Esta despedida quema mi alma, me cala hasta los huesos... Sólo pienso en que debo hacerlo. A veces, ser mujer exige hacer grandes sacrificios únicamente por el bien de los demás, sin importar el tuyo. Te dejo libre para que ames a alguien que de verdad pueda corresponderte a tiempo completo, y no a medias.

Por última vez, te diré que te amo.

Siempre tuya,
A

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