miércoles, 6 de enero de 2010

Ella - cuarta parte

Marcar el número y llamar... Eso era TODO lo que tenía qué hacer, y aún así, no podía hacerlo. ¿POR QUÉ?

Sentía... ¿Miedo? ¿Pena?... No sabía definir exactamente lo qué le producía hablar de nuevo con él. Había comenzado a marcar el número varias veces, pero cuando le faltaban 2 ó 3 para terminar, se arrepentía. También se hacía una pregunta: ¿Sería buena idea llamarlo desde su teléfono? Porque entonces él tamién tendría su número...

Otra noche en vela tratando de decidir qué haría.

(...)

Un teléfono suena en medio de un gran desorden, y él no lo consigue. Sigue repicando, y él comienza a desesperarse. Deja de sonar, y 2 segundos después, él lo tiene en sus manos. No reconoce el número, y lo deja así.

(...)

"Última vez que lo llamo. Si no atiende, es porque no está en el destino que nosotros hablemos", pensó ella, con el teléfono en la mano.

Marcó los números que ya se conocía de memoria, de tanto que los había visto en los últimos días.

Tuuuu... (Silencio) Tuuuu... (Silencio) Tuuuu... (Silencio) Tuuuu... (Silencio)

Cuando estaba a punto de colgar, una voz contestó al otro lado:

-¿Sí? Buenas tardes.

Ella se quedó paralizada al escuchar su voz, y no sabía qué hacer, si cortar la llamada, o conversar. ¿Sería él capaz de reconocerla?

-Buenas tardes, ¿Eres tú?

Él confirmó sus sospechas. Era ella, justamente ella, la mujer de su vida. Reconoció sin vacilar esa voz suave y melodiosa, que había escuchado hablar tantas veces en un pasado tan remoto, que ya casi le parecía que pertenecía a una vida anterior, una vida que ya no era la suya.

-Sí...-hizo silencio-. Y tú... Tú sigues siendo tú... ¿Cómo estás?

-Bien -mintió.

-¿Qué es de tu vida? ¿Qué haces en estos días?

-Trabajo, vivo, respiro... ¿Y tú?

-Más o menos lo mismo. ¿Cómo conseguiste mi teléfono? No es el mismo que antes.

-Me las ingenié un poco.

-¿Para qué llamas?

-Por nada, sólo para saber de ti -mintió de nuevo.

-No te creo. No me conseguiste fácilmente. No te tomarías la molestia si no fuese algo importante. Te conozco, nunca haces algo sin un motivo. -Su tono era bastante duro.

-Tienes razón -admitió ella-. Necesito verte.

-Pensé que no lo querías hacer más nunca.

-¿Por qué lo dices?

-No soy yo el que lo dice, lo dijiste tú la última vez que nos vimos.

-Eso fue hace mucho tiempo. He cambiado de idea.

-¿Por qué? ¿Por qué ahora? -le preguntó él con toda la intención que pudo. Sabía que esa llamada había surgido a raíz de ese "encuentro" en el café.

-Quiero hacer las paces con mi pasado -le dijo ella. No era del todo cierto, pero tenía una buena cuota de verdad.

-Ok -dijo él, fingiendo tragarse la excusa. -Pónle lugar, día y hora.

Ella no había pensado en eso.

-Veámonos en el parque dónde nos conocimos, el sábado a las 5, ¿Te parece?

Él lo meditó un poco.

-Está bien- aceptó finalmente.

-Bueno, sábado, a las 5 en el viejo parque. No lo olvides.

-No lo haré.

-Adiós, nos vemos.

-Nos vemos.

Colgaron.

(...)

Esa noche, ella no pudo dormir. La ansiedad la carcomía por dentro. Lo que nunca sospechó es que él sentía exactamente lo mismo.

2 comentarios:

  1. La expresión "vino para dos" está llena de sugerencias. Cómo cambian esas sugerencias si hablamos de "tomar vino uno solo" o "tomar vino en grupo de amigos".
    "Vino para dos" va unido ya en el imaginario colectivo a "cena romántica".
    Quiero decir que he encontrado en el blog el clima que sugiere el título: intimista, cercano, sincero...
    Mis felicitaciones nuevamente.

    Rafa

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  2. simplemtne Excelente mi negra.! bless up, espero saber de ella y de el pronto!

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