jueves, 14 de enero de 2010

Ella - séptima parte

Él la envolvió entre sus brazos momentáneamente. Al separarse, no sabían qué decirse.

-Esto no tuvo que haber pasado- dijo ella.

Él sintió que el corazón se le iba a los pies.

-¿Por qué lo dices? No te comprendo...-hizo una pausa-. Primero, me traes acá bajo una mentira...

-Qué tú sabías que no era cierto- le interrumpió ella.

-...Luego-siguió él sin hacerle caso a lo que le dijo-, me pediste que impida tu boda, no sabes explicarme el porqué, te pones a llorar... Finalmente me besas, para después decirme que no tuvo que haber pasado. Entonces dime, ¿Por qué no te quieres casar? ¿Qué estabas pensando cuando aceptaste? ¿Por qué cambiaste de opinión?

Ella estaba callada. Miraba al suelo, era incapaz de encontrarse con sus ojos.

-Respóndeme- le ordenó él.

"Porque te ví, porque renació mi amor por ti, porque me di cuenta que mi destino siempre estuvo contigo y lo torcí... ¡Maldita sea, lo torcí! ¿Será que es muy tarde para decirle que lo amo? ¡TE AMO! ¡TE AMO CON TODAS MIS FUERZAS!", pensó ella, sintiendo que cada palabra empujaba un poco más el puñal que pesaba sobre su corazón desde aquella tarde en que lo había visto en el café.

"¿Qué estás pensando? ¡Por Dios, mata esta duda! Necesito saberlo todo... ¿Por qué estamos aquí? ¿Acaso tú me amas aún? Quisiera confesarte en este momento yo sí... " pensó él mientras veía cómo los pensamientos de ella se agolpaban en la punta de su lengua.

-Si no tenemos más nada qué decirnos, entonces lo mejor será que nos vayamos. Cada quien por su lado, y no volver a pensar en el otro más nunca... Seguir nuestros caminos, sin más nada qué decirnos.

Era su forma de despedirse, era su último intento para lograr que ella dijese lo que sentía, su salida de emergencia. Se dio la espalda, y comenzó a caminar lentamente en la dirección contraria a ella.

-¡Espera!- le dijo ella-. No podemos dejar esto así, tenemos que hablar. Debemos sacarnos todo lo que tenemos por dentro.

Su corazón dio un brinco. Quizás, y sólo quizás, ella lo amará a él como él la amaba a ella, y por eso insistía tanto en hablar con él.

-Está bien, pero debemos irnos. Anochece, y esta conversación es larga. No podemos quedarnos aquí. ¿Tu casa o la mía?

-La tuya.

Tomó de su mano, y fueron juntos hasta la parada de taxi que quedaba cerca de la salida del parque, mientras el sol perdía la batalla diaria de esa hora contra la luna.

(...)

Su otro él, la llamaba insistentemente al celular. Ya habían pasado un par de horas desde que había salido de casa, y no tenía idea de dónde estaba. Comenzaba a preocuparse.

(...)

El camino a su casa le pareció surrealista. El taxista los miraba por el espejo retrovisor, y le pareció que miraba a una pareja marcharse a casa después de un día de paseo en el parque. Cuánto pueden engañar las apariencias.

Ella parecía dormitar sobre su hombro, mientras que él jugaba con su cabello. Él se besó los dedos índice y medio, y depositó ese beso sobre los labios de ella.

(...)

-Llegamos-le susurró él a su oído, cuando ya estaban frente al portal de su casa.

Ella despertó suavemente, y lo miró a los ojos. "Es ahora o nunca", pensó. Con esas palabras en mente, se bajó del taxi junto con él.

Iba a ser una larga noche.

2 comentarios:

  1. TU MADREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

    no se vale...

    sabes que dejas a uno con las que te conte en la garganta.!?

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  2. Jajaja!! Pana, no metas a mi mamá en esto, que sabes que ella es más linda que yo... jajaja!!

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